sábado, 9 de julio de 2011

PONGA UN FILOSOFO EN SU MESA...


hoy sábado he asistido a la (por ahora) última tertulia frente al fantástico grupo de comensales del Txoko Zar.


Capitaneados por nuestro anfitrión, Carlos, y "cocinados" por el gran alquimista...Manolo... y por Enrique Perera... (hoy les han preguntado por sus maravillosos suflés..), he compartido mesa y mantel, con mi amigo Demetrio, al que hacía tiempo que no veía.., ...con Rafael, el Alfaqueque, con Manolo, a punto de salir para el sur... Con Antonio, ácido y divertido, comentando su escrito en el Imparcial... con Alfonso, al que aparte de su España en la memoria, le hemos preguntado por grupos editoriales, con el excelentísimo Alejandro, maestro de vinos con amigos, con Angel, y varios de sus amigos, entre ellos JJ Lucas, en calidad de amigo y tertuliano, dejando aparte la política de Castilla...que nos ha traido un magnum de Pago de Capellanes reserva 2001....
y con mi amigo Pepe Hermosilla... el filósofo...



Buena gente, como dirían mis amigos andaluces...
con seny... como dirían mis amigos catalanes...
filósofo como le llamo...
una delicia...
Recuerdo el primer día que traspasé las puertas del santuario..
de la mano de mi amigo Celso, me encontré con muchas personas..
y entre ellas, tres especiales...
Carlos Perera san Miguel, que me abrió las puertas del Txoko y de su "cuadrilla"..
hombre culto que me enseñó, no sólo a comer bien...
sino a paladear poetas españoles que (inculto de mí...), no conocía...
Alejandro Ortiz de Zárate, excelentísimo, con el que salvando las distancias, saltó lo que los modernos llaman química...
y Pepe Hermosilla...
con esos tres mosqueteros, me sentí no en casa ajena, sino propia... 
y me siento...
fueron mis primeros valedores...
gracias..
con ellos he aprendido...(sigo aprendiendo...) a ser mejor persona...


Carlos, Manolo y Enrique... entre fogones...



también el mus....





hasta septiembre, amigos del Txoko................


viernes, 8 de julio de 2011

EL CUADRO AZUL

El cuadro azul..

Buscando los momentos importantes de mi vida...
No venían a mi mente recuerdos como los de todo el mundo...
Venían ráfagas de pequeñas cosas...
Anoche...vi un cuadro azul...

Era como un lamento de un alma envuelta en una flor de mar azul...
Sí... una flor de mar azul...
Que la atrapaba...

Hace muchos años...
Solía pasar muchos días en Bruselas...
Los domingos...
Paseaba por le sablon..un rastro elegante...

Cerca...comía en un restaurante leffe...
Sí, un pequeño restaurante con comida guisada con cerveza leffe...
Esa maravillosa cerveza de abadía...
Su sabor es fuerte como el viento..
Y su textura suave como la brisa...
Me encanta la leffe brune...

Después.. mi paseo me llevaba normalmente a galerías de arte moderno que hay en la zona....
Y por fin...al museo...
Están juntos el de arte antiguo y el moderno...

Comenzaba siempre por el moderno...
Bacon, Dalí, Magritte...me extasiaba ante el cuadro de las tres luces...

Paseaba por el antiguo...
En un rincón, casi sin darle importancia...
Había unos cuadritos...
Uno era de Breugel...otro, en la esquina.. no tenía autor...

Pasé por él casi sin darme cuenta...
Y de pronto...sentí una mirada en mi nuca...
No había nadie en la sala...
Por la dirección ..tenía que ser ...ella...

Sí... la mujer del cuadro...
Me quedé frente a él...
Era un cuadro antiguo...
Pero intemporal...
Ojos negros...profundos...
Pelo moreno rodeando una cara...
Una cara preciosa...

Unas gotas de rocío brillaban en su frente...
De tal manera..que se dirían que era un atributo que he visto ...
Sí sobre mujeres indias...
Mujeres de conocimiento...

No sé cuanto tiempo estuve contemplando el cuadro...
No veía ni sus pinceladas... ni la ausencia de su sonrisa...
Sólo la veía a ella...
Cerraban el museo...
Como un tonto, me vi...despidiéndome...diciendo adiós...
....a un cuadro....

volví a España...y por las noches... a veces...
veía el cuadro en sueños...
flotaba en el aire...
en una cúpula inmensa....
y yo...
yo me sentía pequeño ante tanto espacio...
y el cuadro...
el cuadro me miraba....

al mes siguiente volví a Bruselas...
llegué al hotel...
deshice las maletas...
tenía una cena en "com chez soi"con un parlamentario griego..
pero antes... tenía unas horas por delante...

me duché...
estaba en el hotel wtc...
está un poco alejado del centro... en la zona nueva...
bueno..en la remodelada..cerca de la gare du nord...
pero es muy agradable...un 5 estrellas con un servicio estupendo...
quizás demasiado grande para mi gusto...

me vestí..y pedí un taxi...
al museo...
y dirigí mis pasos ....a ella....
sí...no iba a admirar el cuadro...
iba a comunicarme con ella...

no es normal..lo sé...
una mujer morena ...intemporal...
en un cuadro...
estuve las dos horas previstas...
como un pasmarote...
casi me dolían las piernas...
tanto rato estático frente a ella...

frente a su mirada dura...y su ausencia de sonrisa....
me di cuenta...
estaba loco...
no...
me estaba comunicando con ella...

entendí que se llamaba lara...
como siempre..solos ella y yo...
me impactaba la ausencia de su sonrisa...
había algo que me preocupaba...
¿puede alguien enamorarse de un cuadro?

Me estaba enamorando de ella...
Se lo dije...
Sentí su mirada en mis ojos...
Una brisa suave acarició mi cara...
Era imposible...
El museo tiene un aire controlado...

Había sido ella...lara...
Supe que me había acariciado...
Sonreí...ella no...
Me despedí...
Volvería al día siguiente...

Al día siguiente....
No volví...
Se complicaron las cosas...
El grupo de trabajo al que pertenecía...
Cambiaba su función...

Yo debía viajar a Sudamérica...
Y mis estancias en Bruselas serían ahora mínimas y muy espaciadas...

A los dos días volví a verla...
Seguía sola... en una esquina...
Le sonreí...
Mentalmente le dije que era una despedida...
Que no sabía cuando volvería a Bruselas...

Una sensación de frío me invadió...
Sentí su..nuestro escalofrío y tristeza....
Ella seguía igual...
Ojos profundos...
Rocío en su frente..
Ausencia de sonrisa...

Me pareció que el rocío sobre su glándula pineal..en su frente.. se tornaba azul...

Imaginaciones mías...
Me estaba volviendo loco...
Me estaba enamorando...
De una mujer intemporal ...
Pintada en un cuadro...

Me parecía sentir su tristeza...
Comprendía su falta de sonrisa...
Sus ojos fijos en los míos...
Lara... no te olvidaré...

Fui saliendo despacio de la sala..
Los ojos fijos en ella...
Caminando hacia atrás...

Sentía frío...y de pronto...
Volví a sentir la caricia de la brisa en mi cara...

Salí del museo con los ojos húmedos...

Mi trabajo me llevó a países exóticos...
Nunca olvidé a lara....

Pasaron 5 años...
Volví a Bruselas...
Volví al museo...
Volví a la sala...
La habían remodelado...
Lara....
No estaba...

La busqué por todas las salas...
No estaba...
Salí triste del museo...
Anochecía...
No quise cenar...
Fui a una cantina jamaicana a escuchar un saxofonista...
Pedí ron...
Brindé por ella...
Mañana volvería a buscarla...

Al día siguiente..
La apertura del museo me pilló en la puerta...
Llevaba más de una hora esperando...
Fui el primer visitante...
Rápidamente visité las salas...
No estaba...

Fui a la administración del museo...
No recordaban ese cuadro...
No podía ser....
Volví con mis amigos...

Busqué influencias en la comisión...
Alguien llamó a la dirección del museo...
Esa tarde... llegué de nuevo...
Me atendieron amablemente...
Como se atiende a alguien desequilibrado...

Me dieron permiso para bajar al sótano...
Y buscar entre los cuadros almacenados...
Iba acompañado de un funcionario....
Le expliqué lo que pude...
Asintió...
Buscaríamos el cuadro...
¿cómo iba a decirle que estaba enamorado de la pintura?
Bueno..no de la pintura... de lara...

Vimos montañas de cuadros apilados con un ingenioso sistema...
Si el cuadro estaba allí...
Podíamos tardar...días en encontrarlo...

De pronto... solos el funcionario y yo...
Sentí de nuevo una brisa en mi cara....
Sonreí...
Sin saber cómo...
Me fui al fondo...
Doblé una esquina...
Saque éstos le dije...

Me miró alucinado...
Los sacó...
Varios cuadros grandes...
Pintura del XVI...
No estaba...
Espere.. le dije...
Mi corazón palpitaba...

Detrás de un cuadro inmenso...
Casi no se veía.. uno pequeño embalado...
Ése es... dije...
Más brisa...

Lo sacó...
Era lara...
Me emocioné...
Ya estoy aquí...
El funcionario...nos dejó solos...
La admiré... le sonreí...
Seguía....
Teniendo los ojos profundos...
El rocío en su frente...
Pero acariciando su cara...
Pero....
Algo había cambiado...
Lara....sonreía....
Sonreía....
Me estaba sonriendo a mí...

Fuimos felices...
Volví arriba...
Di las gracias...
Y les indiqué a los administradores cuál era el cuadro...

Sabía que ella sabía...
Sabía que yo sabía...

La vida es extraña...
Quizás algún día...
Pueda comprar ese cuadro...
Quizás no...
Quizás no lo vuelva a ver...
El cuadro...
A ella...
La veo siempre...

A veces...
La brisa acaricia mi cara...
Sé que es ella...
Anoche...
Anoche vi un cuadro azul...
Me sentí azul...
Sentí la brisa en mi cara...
Gracias lara


LUR CONTERTULIO Y AMIGO, ALGO IDEALISTA

mi amigo, Lur Sotuela, www.editorialeneida.com  me presta uno de sus cuentos para mi blog.



EL DEICIDA
El pequeño dios se instaló un martes al atardecer en la casita de invitados. Barbudo, rechoncho y desproporcionado se sintió satisfecho tras la invasión y colonización de mi coqueta vivienda para las visitas, y descubrió, con alborozo, su presencia realizando varios milagros, sonoros y asombrosos, llamativos y desconsiderados por su parte, ya que descalabró la tranquilidad de mi plácida vida. Vestía una sucia túnica de lino e iba descalzo, convirtiendo su beatífica presencia en la auténtica personificación de un dios occidental, si no fuera por la particularidad de su reducido tamaño.
Nuestra primera conversación transcurrió en medio de una onírica atmósfera debido a la sorpresa por su aparición, su grave voz de trueno y al hecho milagroso de su espectacular levitación. Me despidió con una colérica mirada y una breve frase de intención bíblica.
Impresionado por sus palabras, al caminar en soledad de vuelta a mi hogar, separado del pabellón de visitas por un primoroso jardín, pensé que mi misantropía, exacerbada con el paso de los años, había preparado mi conciencia, mi intelecto, y madurado mi ser para hablar con dios, o, lo que es lo mismo, para dialogar con nadie. Mi incredulidad y una buena educación me dotaron de un ateísmo convencido que me había alejado a lo largo de mi vida de la inercia cobarde de la fe. Consideraba las creencias en dios como un vago vestigio de las sociedades ancestrales, y opinaba que esa certeza absurda en lo improbable acabaría pronto por extinguirse.
A mis sesenta años, en ese momento en el que la existencia se torna tranquila y el hombre siente el placer de disfrutar del paso de los días, la realidad, desdibujada en una danza de imposibilidades, se empeñaba en llevarme la contraria. El minúsculo dios era físicamente real y se había aposentado dentro de las fronteras de mi casa y de mi vida.
Puede que a alguien le resulte halagador que una canija deidad irrumpa en su realidad, pero a mí, aquella intromisión, divina o no, me resultaba un verdadero engorro. Pronto descubrí el insoportable temperamento de mi extraño visitante. Mandón, vago y caprichoso, no me dejaba tranquilo ni un minuto. A cualquier hora del día o de la noche solicitaba mis servicios para las más ridículas necesidades. Tenía la incorregible manía, a pesar de mis continuos ruegos, de mesarse continuamente sus largas y greñudas barbas blancas dejando toda la casa llena de pelos, como si allí viviera una jauría de gatos en celo.
Sus complejos a causa de su pequeña estatura los suplía con una prolongada y continua levitación por toda la casa, consiguiendo con su vuelo chocar violentamente con su dura e inmensa cabeza con todas mis lámparas, con su consiguiente deterioro. Su presencia era omnipotente e insufrible. En mitad de la noche me despertaba cuando tenía ganas de hablar, sin pensar un segundo en mi descanso, y me echaba largos sermones moralizantes tratando de ejemplificar y calibrar, con su limitado verbo, lo que es el complejo concepto del bien y del mal.
Mi formación y el sincero respeto que a lo largo de mi vida he mostrado por mis semejantes me obligaban a tratar a mi divino invasor con cordialidad y educación, pero había ciertas manías que me resultaban irritantes. Podríamos llamarlas neurosis. Atávicas expresiones de un subconsciente problemático. El dichoso dios no permitía que llevara a cabo ciertas rutinas de mi vida cotidiana, pequeños detalles, porque afirmaba que eran una ofensa contra su identidad y divinidad. Tratando de impresionarme, ordenaba que el cielo se abriera como unas grandes fauces, en señal de advertencia para mostrarme lo que me deparaba el futuro si no aceptaba sus caprichosos designios.
Otro de sus fastidiosos delirios consistía en obligarme a adorarle. Debía realizar ridículos y absurdos ritos, entonar imbéciles cánticos, celebrar ceremonias y rezos en su diminuto honor hasta que su ego se sintiera satisfecho.
Esta mañana, tras un opíparo desayuno que ha acabado con mi reserva de galletas de chocolate, me ha comunicado que iba a prolongar la visita una temporada más –un par de años, supongo, ha dicho sonriente–. El terror me ha sacudido como una corriente eléctrica. No lo aguantaba más. No podía dejar que sucediese. La pequeña deidad se había negado a atender mis insinuaciones, mis educadas señales de que no era bienvenido. Su acendrado egoísmo, su mala educación, sus absurdas manías, y, sobre todo, su forzada presencia en la casa de invitados, me eran insoportables. Desesperado, ahogado en una angustia vital que rodeaba toda la realidad, he recordado que a lo largo de la historia el hombre se ha quitado de encima la molesta presencia de algún dios, y he llegado a la conclusión de que la única salida lógica de aquel embrollo era eliminarlo, acabar con él de una vez por todas.
Como no soporto la sangre, he reflexionado acerca del asesinato, y aunque el método del envenenamiento me resultaba atractivo, la asfixia me ha parecido el mejor remedio para acabar con mi problema.
Dirigiéndome cauteloso hasta la invadida casita de invitados, he entrado con sigilo en el refugio de la cargante deidad. He fingido ser una sombra caminando por el silencio, sorteando los objetos y reliquias que el muy desordenado había desperdigado por la habitación, evitando con cuidado cualquier sonido que alertara a mi víctima de mis intenciones. Él estaba en el baño organizando un pequeño diluvio para ducharse. He dudado un instante ante el hecho del asesinato, pero miles de razones para librarme de su presencia han ardido en mi cerebro como un relámpago en la noche, y he mordido con fuerza mi determinación para alcanzar la meta.
Lo he pillado por sorpresa. He tensado la cuerda alrededor de su grasiento cuello y ha pataleado aterrorizado por la conmoción y el susto. Incapaz de defenderse apropiadamente debido a sus minúsculas proporciones, lentamente ha dejado de luchar, mirándome como un cervatillo en busca de piedad. Sonriendo, he sido inflexible y he seguido apretando. Después, ha emitido un ruido muy extraño y, de repente, ha expirado. He enterrado su diminuto cuerpo a los pies de una vieja higuera y he arrojado al hoyo las molestas herramientas de sus liturgias y sus polvorientas reliquias. Espero, aunque lo dudo, que este abril, el hermoso árbol vuelva a florecer.
Pensarán ustedes que soy un peligroso y malvado deicida, pero, queridos amigos, aunque sea cierto, no me importa lo que se opine de mí.
Yo sólo siento, en estos momentos de grácil libertad, la satisfacción de saberme solo y abandonado en el mundo por cualquier fuerza y conciencia que no sea la humana. Y eso es realmente reconfortante. 

viernes, 1 de julio de 2011

UN AMIGO... UNO DE LOS ULTIMOS ROMANTICOS CULTOS


El Alfaqueque

19-05-2011
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Rafael Florez es un genio que siempre caminó orgullosamente solo. Tal vez con esa vocación de anarquista que todos llevamos dentro Y que solamente la timidez, más bien el miedo, no nos permite exteriorizarlo.
Elegante de modos y maneras. Feo, católico y sentimental, que se decía de su amigo Valle. De vocación, además de todas las existentes, políticamente incorrecto porque casi nunca se acercó a los políticos “mandarines”, más bien mandones. En su escudo nobiliario deberá aparecer él mismo, vestido con el uniforme de caballero de Santiago, sin prescindir de la gola, del chambergo, la cruz y la pluma. Y el ingenio arrollador. Hiere, si así lo desea, con la recado de escribir, bisturí afiladísimo del que pocos, solo los justos, se han salvado. La biografía la constituye todas sus actividades desde “ágil reportero” a “hincha” y además amigo, de personalidades tales como Enrique Jardiel Poncela, Ramón, César, Camilo. Juvenil, dispuesto a todos los jubileos y antídoto de esas muertes en vida que son las jubilaciones.
Nunca le pregunté la edad, ni detalles del suicidio de su amigo Larra, ni de su compañero Bécquer, ni del modo de versificar de sus otros conmilitones Zorrilla, Espronceda, porque aprendí de Picasso, otro joven eterno, que “cuando se es joven se es para toda la vida.”
Jamás habría aceptado cargo alguno. Eso sí: leyendas que incorporar a los gules de su escudo. Recibió la Capa, que todo lo tapa, y que la pañosa, en su caso es breve y nada lo tapa, del fotógrafo Alfonso, otra leyenda de la Villa y Corte (a veces corte de mangas). Y heredó el cargo de Presidente de los capistas de Madrid.
Viajó en el coche de caballos de “El Madriles”, caminó a lado de Alfredo Amestoy, Wagner, Salvador de la Reina y otros
Muchos y variopintos compañeros mártires de la “Agencia Hispania Press”, precursora- por lo digno, de los chisgaravís del llamado “periodismo” del corazón.
Fue fundador y presidente de la Academia de San Antón, competencia felizmente anárquica de la Real de la Lengua. Allí hizo y deshizo a su antojo. Miembro de honor de la Academia del Desastre , invención de José Marias Moreiro, otro bohemio de lujo,, salmantino, madrileño, lisboeta y también “la carabina de Ambrosio adamasquinada”.
Con genio, cuerpo y enjuto cuerpo y aires de bailaor propios de de Vicente Escudero, tal vez hizo pareja en “Torres Bermejas” con la Duquesa de Alba. Y al cante “Camarón de la Isla” y al toque Paco, el de a Lucía. El caso es que en el ·”tablao” granviario, fundó la orden de “El Garbanzo de plata”, La condecoración no oficial y por tanto la más apreciada. Rafael amenaza con escribir la historia de los protagonistas de tan popular cocidito madrileño.
Y, por si fuese poco, Rafael Florez del campo, es una excelente dibujante, collagista. Y un escritor muy serio que, a veces e intencionadamente, nos lleva a la ceremonia de la Confusión. Si desean conocer sus libros busquen sus tomos y lomos en los que retrata a Jardiel, Ramón. Cela apasionante en “Camilo de Camilos”.
Tal extrañe al lector que me refiera, en elogio pleno, a personajes vivitos y coleando. Estas glosas, solo que escritas vanidosa y estúpidamente, casi siempre están consagradas a obituarios. Yo estoy en las antípodas de las plañideras que viven de los muertos. Un escritor, poeta, ensayista, articulista supremo, Jesús Fonseja, aconseja: “Dígaselo en vida”. Sainz de Robles me confesó: “Acepto que me dediquen calles, plazas, que me organicen homenajes; pero siempre en vida.
Rafael Florez, estatua de sí mismo, merece que el Gobierno que viene le declare Patrimonio de la Humanidad: “El Alfaqueque”. Mire, ya tiene forma de estatua firmada por Sanguino o por Torres Guardia,
En la Próxima reunión de los Boineros, de la que Rafael es un pilar o dos si son pequeños, se decidirá si el monumento debe ser ecuestre, que los caballos, tipo el “Imperioso” de Gill y Gil, acompañan un huevo.
Por Antonio D. Olano